Creo que llegué al blog de Miguel Santander saltando entre distintas páginas de ciencia ficción y ciencia, hasta que me topé con el suyo y El Legado de Prometeo. En aquel momento, la novela todavía no se había publicado oficialmente, pero la sinopsis me llamó mucho la atención por algo: a pesar de ser su primera novela, era muy ambiciosa. El argumento nos habla de un viaje de 45 años hacía un agujero negro vecino del Sol, con el objetivo de extraer una nueva energía que sea la solución a los graves problemas climátivos de la Tierra.
Para ello, 500 personas se embarcan en una enorme nave espacial para una misión que le llevará casi toda su vida, en un viaje hacia un vacío interestelar y una incertidumbre sobre el futuro de la humanidad y de la propia tripulación con multitud de situaciones paralelas e interconectadas. Me gustó mucho la idea sobre la cantidad de cosas que se podrían contar, y sobre todo, que éstas fueran contadas por un astrofísico en activo, uniendo las relaciones entre las historias con buenos aderezos de ciencia real. Esa tremenda ambición por una historia con trasfondo científico, ese déjà-vu a Arthur C. Clarke… me empujaron a leerla. O más bien, a embarcarme.
Un viaje de consecuencias
El Legado de Prometeo trata sobre las consecuencias de un viaje. Y no hablo necesariamente del que hace la Éxodo, sino del que hacen todos los elementos de la historia. Los personajes, el planeta, la consciencia de la humanidad, la propia nave y nosotros mismos al leerla. Partiendo de un comienzo casi accidental, y empujando por el peso de los acontecimientos, la búsqueda por la energía negra será la última salvación para un planeta moribundo, el nuestro, pero no para una sociedad con problemas más graves que los ambientales. Aquí es donde la novela cuenta con una de sus ventajas: no se limita a desarrollar la historia de la nave espacial a través de las estrellas, sino también veremos qué sucede en la Tierra durante ese viaje.
Si El Legado de Prometeo fuera llevada al cine, sería una gran producción: no podemos evitar recrear al leerlo escenas de acción como la persecución con las bicicletas solares, arriesgadas escenas de acción y épicos momentos que no desvelaré pero que podríamos ver perfectamente en cualquier película actual. La conexión además de los personajes con sus acciones se puede ver claramente al ser esta una historia que dura 45 años, con acontecimientos que van de padres a hijos.
La narración de la novela es dinámica, sobre todo al hacia la mitad final de la novela, cuando los hechos se precipitan hacia un asombroso final como colofón a una historia que ha sabido reunir acción, ciencia, ciencia-ficción y amor a partes iguales. Y lo más importante, Miguel Santander ha encontrado la forma de tejer las uniones entre ella de forma muy atractiva. Yo devoré el libro, me encantó esta historia tan del futuro pero a la vez tan próxima a nosotros, y con esa base científica que no deja cabos sueltos. Si estáis buscando vuestro próximo libro, os recomiendo que sea esta emocionante novela que podéis encontrar en formato digital en Amazon por sólo 5,02€ o en cualquier librería por 18,99€.
Cinco preguntas al autor
Con la facilidad que nos ofrecen hoy en día las redes sociales, no pude evitar conectar con Miguel Santander y llevarle cinco preguntas sobre el libro. Miguel me las contestó muy amablemente, y seguro que si habéis leído o estáis leyendo El Legado de Prometeo, os gustarán todavía más. Y sí, no pude evitar preguntarle algo de Apple…
PEDRO: El Legado de Prometeo es una historia que abarca un marco temporal muy amplio, y aunque es Némesis la excusa que plantea el escenario: ¿Quien o qué es el verdadero protagonista del libro?
MIGUEL SANTANDER: Mmm, no es fácil de contestar, al menos en pocas palabras… En esencia, la novela es un «remake» del mito de Prometeo, la historia de una nueva fuente de energía que supone un castigo eterno para quien se aventure a conseguirla. Más ampliamente se podría decir que esa es la historia central, sí, pero aunque la novela sea casi coral y el eje Daniel-Némesis sea el «protagonista», gran parte de los conflictos que la situación provoca (el emplear la vida entera en un viaje desesperado, la pérdida de parte de la familia, los continuos roces entre padre e hijo materializados como excusas en drogas, celos o abandono) se narran a través de los ojos de Marco, que adquiere así un protagonismo que casi diría que supera al binomio original. O sea, es la historia de Daniel y Némesis vivida a través de Marco (o al menos, así me gusta interpretarla a mí :).
P: La novela nos muestra dispositivos del futuro evolucionados de tecnologías que ya empiezan a usarse hoy: bicicletas solares de alto rendimiento, la «lira» como medio de representación informática holográfica, la mnemosina como una droga para recordar el pasado. Una parte atractiva de la história es leer sobre estos dispositivos que no existen aún pero que podemos imaginar perfectamente posibles en el futuro… ¿llegaste a crear más «dispositivos» que no incluíste en la versión final del libro, o están todos los que querías?
MS: Creo recordar que no se quedó ninguno en el tintero. La mayoría respondía a necesidades de la historia o eran recursos interesantes como la mnemosina, que me permitía ahondar en el pasado y los traumas de Daniel sin hacer complicados o artificiosos flashbacks en mitad de alguna conversación; otros, como la bicicleta solar, son fundamentalmente ambientación. Intenté que todos ellos sonaran factibles de acuerdo a lo que conocemos hoy, pero sin pretender en ningún momento predecir lo que habrá dentro de 80 años. De hecho, espero que cosas como la mnenosina jamás se materialicen, ¡sería una droga terrible(mente adictiva)!
P: Me han dicho al ver la portada de tu libro que la Éxodo les recuerda a la nave de Ulysses 31, la popular y mítica serie de animación de los 80. En el caso de El Legado de Prometeo, la nave tiene más base científica al girar sobre tu eje central para proporcionar gravedad artificial, por ejemplo, pero ¿barajaste más diseños de naves espaciales para la novela?
MS: Jeje, sí, la analogía con el ojo de la nave es evidente, supongo que fue algo inconsciente, porque como toda nuestra generación mamé los dibujos de Ulysses 31… La idea básica la tuve clara desde el principio; está basada en la estación espacial que aparece en 2001: una odisea del espacio, porque me parece una de las mejores maneras de disponer a un pasaje amplio en una zona dotada de gravedad artificial fácil y cómoda. El, resto, los motores iónicos en sus monturas direccionables y los detalles finos fueron una auténtica labor de diseño que realicé sobre todo en compañía de un amigo, Pablo Bonet, quien, por cierto, acabó haciendo la portada de la novela.
P: Después del sorprendente final de la historia: ¿Te planteas o has llegado a pensar en una segunda parte? ¿Tienes ya pensado algo para tu próximo libro?
MS: Sí, algo he pensado… No puedo decir mucho por ahora, sólo que la trama de los sucesos en la Tierra tendría más peso, y que Némesis aún tiene mucha guerra que dar. Ni siquiera puedo asegurarte que la escribiré algún día, sólo que me gustaría mucho volver a la Éxodo y que tengo la idea presente. 🙂
Sobre próximos libros, tengo dos novelas cortas a punto de publicarse —si todo va bien, porque en estos días poco se puede decir con seguridad—; se llaman La Costilla de Dios y la Epopeya de los amantes, que fue ganadora del premio UPC 2012 de novela corta de ciencia ficción (te pongo a continuación los enlaces). En una, un dios creado a imagen y semejanza del hombre busca su propia identidad, mientras que la otra es un rompecabezas a desentrañar por el lector y que tiene como protagonistas a Nikola Tesla y a una epopeya sumeria más antigua aún que la de Gilgamesh… y hasta ahí puedo leer :p
http://miguelsantander.com/la-costilla-de-dios/
http://miguelsantander.com/2012/09/25/y-proximamente-la-epopeya-de-los-amantes-premio-upc-2012/
Y además ya estoy pensando en mi próxima novela, que será algo totalmente diferente a lo que he escrito hasta ahora (aunque manteniéndome dentro del género de la ciencia-ficción). ¡A ver cuándo tengo tiempo para ponerme con ella!
P: La última pregunta: Desvélanos por favor que ocurre con Apple en la época en la que comienza la novela… ¿Que iPhone se vende por aquella época? ¿¿Es la inteligencia artificial de la nave en realidad Siri con otro nombre?? 🙂
Jajaja, bueno, soy de la opinión de que el bueno de hoy bien puede ser el malo de mañana, todo depende de su posición de poder respecto de sus adversarios… en este caso me imagino a Apple absorbida por Atlas —aunque Laka O’Brien no me pega como keynote star, la verdad :p. El teléfono de mano pasó de moda cuando llegó el móvil de muñeca con pantalla extensible y audífono estándar, así que ya no sería el iPhone sino algo así como el iWrist… —vale, es evidente que necesito a alguien que piense nombres con más gancho… 😀 Pero por ahí van los tiros.
Y sobre la IA, jeje, bueno, no es Siri —aún no existía cuando terminé la novela en 2007—, pero una de las influencias más claras para ella viene del ecosistema Apple, en concreto del que considero uno de los mejores juegos que he jugado en mi vida —y que hoy en día aún revivo cada tres o cuatro años—, la trilogía de Marathon de Bungie. Marathon era un FPS que a mediados de los 90 le daba sopas con honda al rey indiscutible en el mundo del PC, el Doom. Marathon contaba con una historia de ciencia-ficción tan rica e inmersiva como la que se puede hallar en una buena novela —la historia, de hecho, se iba desentrañando mediante la lectura de terminales de texto que el jugador iba encontrando—, en la que las tres IA de la colonia espacial Marathon, Leela, Tycho y, sobre todo, Durandal, pedían, informaban y manipulaban a su antojo al protagonista —un «proto-Master Chief», por cierto— a modo de títere en una gigantesca metáfora sobre la existencia, la autoconsciencia, la libertad y el destino. No está mal para un FPS, ¿eh? 😉
Una respuesta a «El legado de Prometeo, opinión»
Solo de leer la reseña dan ganas de leerlo, lo buscare aca en México
Saludos